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En esta página podremos disfrutar de la inspiración de nuestros poetas

HOMENAJE A JOSÉ MARTÍ
EN EL ANIVERSARIO DE SU MUERTE

Martha Pardiño,
Mayo 19, 2008

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De tu ardoroso pecho, en pleno fuego,
De improviso emergió la roja rosa,
Y en tu frente resaltó la refulgente estrella.
Llenóse la campiña de sollozos y las palmas de luto se vistieron.

¿De dónde ese rumor de golondrinas?
¿De dónde aquellas rosas blancas sin espinas?
¿A dónde van y de dónde salieron?
¿Tal vez se van reunir contigo allá en el cielo?

mrthaynietas.jpg

REGALOS PARA ISABELLA DE SU ABUELA CUBANA

por Martha Pardiño

Para que no me olvides, Isabella,
te traje un frasco con agua azul de Varadero,
los colores de una tarde en primavera,
un sombrero de guano y un pañuelo.

Un zunzún y dos tomeguines en jaula de oro,
un ramo de jazmines y blancas mariposas,
dos maracas, una rumba y un bolero,
una bella pulsera de nácar y coralina roja.

Te traje el alegre pregón del manicero,
la fresca brisa de la madrugada,
un verso de Martí, mis fotos viejas,
y un cofre con estrellas y luceros.

Para que no me olvides y sepas que te quiero,
te traje de mi isla la alegría,
el arco iris después del aguacero,
ajonjolí, melcocha y gaseñiga.

La luna me prestó hilos de plata,
un rayo de sol se desprendió del cielo,
la espuma del mar me regaló su velo,
y se tiñó para ti el cielo de escarlata.

Y todos sabían de la abuela y de Isabella,
en la preciosa isla de bellas caracolas.
Hubo un triste adiós y se izaron las velas,
se escondió el sol y salió volando una paloma.

Miami, Florida
Septiembre 23, 2004





A todos los niños del mundo que viven en la calle, va mi corazón

A LA NINA LIMOSNERA

por Martha Pardiño

En sus manos vacías de muñecas,
tiesas y flacas, sin cariño alguno,
se mece la impúdica tristeza
de todo el desamor que grita al mundo.

Su rostro, que es pálido y marchito,
muestra el cansancio de una vida trunca,
y sus grandes ojos miran al espacio
sin conseguir respuesta a su pregunta.

Los transeúntes pasan y la miran,
tal vez tiran una moneda con desgano,
y al levantarse a recogerla presurosa
su triste boca una sonrisa esboza.

Las noches confidentes de sus cuitas,
saben del hambre, desamor y anhelos,
saben de la niña de ojos tristes
que le pregunta a Dios como es el cielo.

Miami, Florida
Junio 4, 2004







Al niño huérfano
por Martha Pardiño


Te ví tan triste... tu vestido roto,
tus grandes ojos llenos de recelo,
tus manitas sucias y estropeadas
No me pude aguantar y te dí un beso.

Mi corazón quedó transido de amargura
Quise lavar tus heridas con mi llanto,
quería comenzar para ti un nuevo día,
sin miseria, sin tristeza, sin quebranto.

Y tú, pequeño héroe de la calle,
que no sabes de abrazos ni caricias,
al sentir en tu pelo mi temblorosa mano,
tímidamente esbozaste una sonrisa.

¡Cómo no sentir de dolor mi corazón transido!
¡Cómo no llorar del mundo la injusticia!
¡Pequeño ser privado del beso de su madre!
¡Que tal vez ni su querido nombre sabe!

Te llevo en mi retina como suave dolor,
como una deuda, como dulce promesa…
Y me golpea la razón sincera y fea para decirme
¡que los huérfanos como tú no tienen primaveras!

Miami, Florida
Agosto 2007



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AQUEL NIÑO TRISTE

por Félix Pagés

Aquel niño triste... de montes y bateyes
aquel niño triste... que nunca tuvo reyes
que durante las noches contaba las estrellas
y después en sus sueños... soñaba con ellas.

Aquel niño triste vagando por caminos
polvorientos, queriendo agarrar los gallos finos
Ahh... como se acuerda de aquellos buenos ratos
aunque muchas veces andaba sin zapatos.

Cazando mariposas... ¡por los jardines!
y con su jaula sólo cazando tomeguines.
andando por veredas, sabánas y potreros
oyendo el melodioso cantar del sabanero.

Ohh... como recuerda las dulces mañanas
viendo despertar la campiña cubana
lo mismo en Enero que en Julio o en Mayo
sentir a lo lejos el cantar de los gallos.

Y después de la lluvia caminar por el fango
después del aguacero a recoger los mangos
Ohh... mangos deliciosos, maduros y dulzones
igual que los jugosos y ricos marañones.

Y que sabroso era con arte y con maña
en el viejo trapiche exprimir una caña
y ver como el gallo al cantar se empinaba
y a la gallina corriendo alcanzaba.

Aquel niño triste de rios y lagunas
que soñaba despierto como alcanzar la luna
que a veces se perdía entre los yerbazales
caminando por los surcos de los cañaverales.

Aquel niño triste que jugaba conmigo
porque yo era su único amigo.
jugaba callado, tranquilo... sin riña
cazando lagartijas por las cercas de piña.

Recogiendo las flores del campo silvestre
así era su vida... su vida campestre
Así era su vida... así se entretenía
porque de otras cosas, el nada sabía

Jugando con semillas de los cacahuetes
porque los reyes nunca le trajeron juguetes
Aquel niño triste de tan poco tamaño
que abandonó la escuela a la edad de once años.

No porque quisiera dejar de estudiar
sino porque tenía que ir a trabajar
trabajaba muy duro en invierno o verano
y el machete le hacía llagas en sus manos.

Y aunque mucho tiempo ya hoy ha pasado
su triste niñez...aún no ha olvidado
pues la lleva consigo por siempre grabada
como lleva el soldado asida la espada.

Pero el tiempo como todas las cosas pasó
y aquel niño triste con el tiempo creció
y ahora se encuentra a pesar de lo adverso
contento y felíz escribiendo estos versos.

y así con esta historia termina este cuento
de aquella... su niñez... una niñez opaca
quizá recordando sus viejos instrumentos
¡El arado, el machete... y la guataca.

 

 

 

Asi mueren los pobres.

 

por José Caraballo

 

Hay están bajo él roció,

en la soledad

en un profundo abismo,

desesperados,

viven en un mundo

de esperanzas huecas.

 

Elevaron sus plegarias

al cielo preguntándose

si Dios se acordaría de ellos.

Su mundo hostil,

sin balance,

deambulan en caminos

transitados por la avaricia.

 

Así mueren los pobres,

olvidados,

como pensamiento vulgar.

 

Atormentados por el hambre,

oprimidos por la necesidad,

enterrados en una fosa

oscura sin adornos.

Su Cristo de palo,

su nombre escritos

con cansadas acuarelas.

 

Murieron con las manos

extendidas,

los ojos perplejos,

perdidos en el vacío,

sus miradas esparcidas

en un mundo de horrores.

 

Pasaron por el mundo

fueron solo sombras,

fantasmas

de formas inadvertidas.

No dejaron huellas,

solo un vago rumor.

 

Así mueren los pobres,

mendigando a la vida

pidiéndole a Dios.

 

 

CANTO DE PRIMAVERA

 Traducido del Nahuatl

En la casa de las pinturas
comienza a cantar,
ensaya el canto,
derrama flores,
alegra el canto.

Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oir,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.

Sobre las flores canta
el hermoso faisán,
su canto despliega
en el interior de las aguas.
A él responden
varios pájaros rojos,
el hermoso pájaro rojo
bellamente canta.

Libro de pinturas es tu corazón,
has venido a cantar,
haces resonar tus tambores,
tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.

Tú sólo repartes
flores que embriagan,
flores preciosas.
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.

 Nezahualcóyotl-El Rey poeta-
Rey de Texcoco.
México 
(1431-1472)

(Colaboración de Martha y Aberto Pardiño)

 

 

AYER LLORÉ

 

Por Martha Pardiño

 

Ayer lloré mucho; lloré por lo que no había antes llorado.

Las lágrimas calientes, silenciosas, mis ojos anegaron y

Lloré a mis anchas, sin testigos, sin pañuelo para secar el llanto.

Lloré por ti, por mí, por nuestras faltas, por nuestras omisiones.

 

Lloré por mi madre, por mi ausencia que no pudo cerrar sus tan queridos ojos;

Por mi patria tan herida y tan lejana, por los de aquí, por los de allá…

Por todos los que tratamos de olvidar y no podemos dar vuelta a la página;

Por las faltas que no perdonamos, por nuestros errores, por el falso orgullo.

 

Ayer mi alma se bañó de llanto y quedó limpia como cuando era niña.

Quise hacer una rueda y con el llanto besar a todos los niños pordioseros,

A los que tienen hambre de amor, a los enfermos, a esos que dan lastima.

A los que ves sucios por las calles con ojos grandes pedigüeños y tristes,

Y tal vez ni una mirada les regalas cuando les tiras orgullosa unas monedas.

 

Lloré por los viejos que están abandonados, como si en ellos a mi padre viera.

Lloré sus vidas de trabajo y sacrificios y por ese vivir muriendo inmerecido.

Lloré por este mundo intolerable, frío, calculador, vacío…

Lloré porque se moría la tarde y un cielo sin estrellas, oscuro, me cubría.

 

Miami, Abril 6, 2008

 

 

Al pronunciar tu nombre allá en la muerte,
Se estremecen de llanto los luceros,
Los campos de la patria que tu amabas,
Hoy teñidos de sangre, gritan su desconsuelo.

Para tí amadísimo Maestro se encienden los colores de la tarde,
Las notas de las liras te cantan sus poemas,
Y un rayo de luz atraviesa los campos de Dos Ríos,
Esplendoroso y blanco, y como el mármol, duro y frio.

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